A pesar de la declaratoria del gobierno de retornar a las actividades bajo el esquema de la «nueva normalidad», las autoridades de salud envían el mensaje de seguirnos aislando y mantener en la medida de lo posible una sana distancia. Estos mensajes encontrados y hasta contradictorios generan en la población reacciones fuera de lo común.

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Por una parte están las personas, que ya sea por su necesidad laboral o de reanudar su vida lo más rápido posible, pretenden vivir como si el riesgo de contagiarse hubiera terminado, desafortunadamente eso no es así. Pero del otro lado, encontramos personas que conscientes del riesgo de contagio buscan mantener el aislamiento y seguir reduciendo los riesgos de enfermarse ellos mismos o sus familias. 

El hecho de vivir dos tipos de realidades de manera simultánea genera en ambos grupos de personas reacciones de estrés, ansiedad y depresión, lo anterior se explica dado que las personas en general desean salir del aislamiento, retomar su vidas, activar sus negocios, visitar a sus familiares y hacerse cargo de las necesidades económicas que deben de enfrentar, sin embargo, al  mismo tiempo desean garantizar su salud, la de su familia y tener la sensación de seguridad y protección.

El conflicto puede ser muy fuerte porque ambas necesidades tienen un mismo origen: necesidad de supervivencia y seguridad; cuando dos situaciones comparten origen al mismo nivel, la persona se encontrará dividida y en un claro conflicto interno, lo cual puede generar episodios de ansiedad, dado que la persona desea hacer algo que el sentido común le indica que no haga, y por otro lado se deprimirá por no poder ver satisfechos sus deseos de libertad que le reflejen normalidad.

¿Cómo resolver ese dilema?

Para resolver este conflicto es importante señalar que es falso el tener que elegir entre un escenario u otro, lo importante será tratar de buscar un balance seguro entre ambos deseos. Hemos diseñado un ejercicio muy sencillo para tratar de resolverlo.

Analiza qué es lo que representa cada una de estas dos situaciones:

  1. salir a retomar la vida.
  2. quedarme en casa a buscar la reducir la posibilidad de contagio.

Identifica si es que el cumplir con una de ellas realmente anula a la otra o solo lo aplaza, por ejemplo, tengo grandes deseos de ver a mis grandes amigos, quiero reunirme con ellos y sentirme en un refugio afectivo; por otro lado, sin yo si saberlo soy portador asintomático de Covid-19 corro el riesgo de infectarlos y ante el estado de salud de ellos inclusive puedo causarles la muerte.

¿Qué es lo que más quiero hacer?

Estar con ellos o ponerlos en grave riesgo, la respuesta está basada en lo que yo quiero, no en lo que dicen los protocolos de seguridad, yo no quiero que mis amigos se mueran (uno de ellos carece de un riñón, tiene cáncer de piel y un padecimiento cardiaco), postergar la reunión física me deja abierta la posibilidad de disfrutar de su cariño y amistad por más tiempo.

Si enfocas tus situaciones y las decisiones de vida que necesitas tomar desde en concepto de ¿Qué quiero yo? Y lo llevas hasta la consecuencia final, existe la gran posibilidad de que elijas sabiamente lo mejor para ti y para los tuyos sin que te sientas en la obligación ficticia de cumplir con algo en lo que puedes o no estar de acuerdo.

Si aún después de decidir desde la sabiduría, la ansiedad y la depresión continúan, es buena idea buscar ayuda, también desde el ¿Qué quiero yo?, ¿quiero continuar con estos padecimientos o no?, si la respuesta es negativa toma la responsabilidad de buscar ayuda.

Soy Luis Cardona, Psicólogo y Director de la Clínica de la ansiedad, me dio gusto compartir contigo este artículo.  Solo recordarte que yo, junto con mi equipo estamos listos para cuando requieras un soporte o ayuda con todo lo relacionado a las emociones.